Autores Venezolanos es un emprendimiento que nace hace 6 años, con una idea que surgía desde las ganas de crear nuevos espacios, intentar llenar áreas culturales abandonadas y reencontrarnos con la lectura.
Mi nombre es Tibisay Guerra y soy graduada de TSU en Administración, trabajé en el sector financiero desde 1987, hasta que quedé desempleada en el 2001. En ese momento decidí dedicarme al hogar y a atender a tiempo completo a mis hijos. Como ven, mi relación con el ámbito cultural era desde el lado de los consumidores y siempre, desde este punto de vista, es muy fácil notar qué hace falta, qué se hubiese podido mejorar, cómo lo hubiese hecho yo, y partiendo de esta premisa, decidí hacer.
En 2012 necesitaba ser más productiva y en esos ratos de “ocio” donde me permitía sentarme a leer, me topé con la idea de crear una iniciativa que, si bien no era la más lucrativo, era innovadora e involucraba lo que más amaba y con lo que me había reencontrado después de mucho tiempo: la pasión por la lectura. Así nació Autores Venezolanos y a la vez mi relación con el campo de la promoción cultural o gestión cultural.
Haré un paréntesis breve para contarles de Venezuela y de cómo trabajamos actualmente. La realidad política ha afectado a distintos sectores y la cultura no es la excepción. Cada vez es más complejo trabajar en esta área, cada vez hay menos recursos y menos personas que pueden ayudar y, aunque suene descabellado, la verdad es que hay otras prioridades en las cuales invertir, por lo que hacer cultura queda relegado a las ganas de crear, de no abandonar los espacios, de abrir escenarios para nuevas propuestas y de creer que cada oportunidad, por muy pequeña que sea es una gran roca y no un pequeño grano de arena.
En el panorama actual, hay muchas propuestas independientes que se están encargando de mantener a flote nuestra cultura, iniciativas que con recursos propios o formando vínculos entre ellas, van creando una red que atiende diversas necesidades. El caso de los vecinos del sector de Montalbán, en la ciudad de Caracas, que se reúnen para leer y conversar con escritores en las plazas de la zona con la iniciativa Club de lectura Pasa la hoja es uno de ellos, o la Fundación Cine Jardín que se encarga de proyectar películas gratis y al aire libre para todos los que quieran asistir. Creo que, como pilares en este oficio de hacer promoción cultural de forma independiente, puedo mencionar a la iniciativa Rana Encantada que no solamente cuenta cuentos sino que también ha creado un nuevo proyecto llamado Leer en Bici (Biblioteca infantil comunitaria itinerante), el cual permite mover la literatura y generar conciencia sobre un medio de transporte diferente y muy útil, Qué Leer que hace un trabajo maravilloso difundiendo literatura nacional y universal realizando eventos y transmitiendo información por redes sociales, Team Poetero iniciativa sin fines de lucro que surge para promover la lectura de poesía y el trabajo de poetas venezolanos y por otra parte existen espacios que funcionan como pequeños centro culturales como el Centro de Arte Los Galpones, donde confluyen artes plásticas, libros, cine y espacios al aire libre, La Poeteca, una fundación sin fines de lucro cuyo espacio funciona como sala de lectura especializada en poesía, Cacao Cultura, un espacio en Valencia, una ciudad del interior, con una interesante actividad cultural, que mezcla la cultura del cacao, orgullo nacional, con actividades como exposiciones de artistas plásticos, talleres de literatura y catas de licores y chocolate.
Solo estoy mencionando algunas de las tantas que hay y les comento estas porque muestran que la gestión cultural dejó de ser algo completamente institucional (gubernamental). No esperamos que nos marquen la dinámica cultural, ahora la buscamos, la creamos y la difundimos personas de a pie, que se atreven a creer que es posible.
Volviendo a Autores Venezolanos, les cuento que es precisamente una muestra de esto, una iniciativa personal, de una ciudadana común que, como les dije, motivada por el amor a la lectura, por el palpable vacío que existía en la difusión del talento venezolano y también por el desempleo, decide lanzarse al agua y empezar a formar un nicho que desde entonces ha promovido la labor de escritores, músicos y artistas visuales, a través de la difusión de fragmentos de sus obras en prendas de vestir y accesorios seleccionados como tazas, pulseras y bolsos, así como también creando proyectos y organizando eventos literarios para todo público, en alianza con otras iniciativas, con instituciones públicas, con particulares, en plazas, peluquerías, hoteles y salas privadas. Además de difundir fragmentos de las obras de nuestro talento joven y consagrado, ideamos eventos y actividades como “Yoga y Poesía”, “El Retablillo de Navidad”, de Aquiles Nazoa, que se realiza desde el 2012; junto a Loreal Venezuela a través de la marca Kérastase y el apoyo de Team Poetero, materializamos la iniciativa “Sé tú el poema”, la cual lleva minibibliotecas de poesía venezolana a 58 salones de belleza de todo el país.
Nuestro equipo está conformado también por Miguel Díaz (diseño y logística), y Mirna Freitez, (sitio web). Tres personas que no vivimos de esto pero que no lo dejamos de lado, que buscamos recursos, que hacemos alianzas, que no dejamos de inventar cómo realizar actividades que creemos necesarias para lograr los objetivos de este proyecto. Algunas de estas alianzas son con muchos de los emprendimientos que antes he mencionado, como las amigas de Qué Leer junto con quienes realizamos la actividad Silent Reading Party, un evento de lectura silenciosa que ha tenido una gran aceptación en toda Latinoamérica, y que ya llegó a su 8va edición. También con la Fundación Cultura Chacao con quienes hemos realizado recitales, homenajes a escritores, charlas y más recientemente los encuentros denominados Ciudadanos Anónimos, la Embajada de España con quien realizamos un homenaje al maestro Rafael Cadenas, para celebrar el recibimiento del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y se está trabajando en nuevo proyecto llamado Sonorámica, junto al artista Visual Starsky Brines y la editorial Libros del Fuego.
En momentos difíciles es donde necesitamos más del otro, apelamos a nuestro sentido de humanidad para brindarnos apoyo, para mantenernos a flote. Unir fuerzas, aunque parezca un cliché, es lo que ha permitido que podamos seguir haciendo, aportando, viviendo la cultura de una forma medianamente activa. Estas redes entre todos nosotros, el contacto incluso con compañeros, amigos, familiares que han tenido que migrar, han permitido que haya una permeabilidad de información, podemos saber e intentar replicar lo que ocurre afuera de nuestras fronteras y a su vez los de afuera pueden conocer un poco de lo que intentamos hacer y cómo logramos cultivar, mantener y sensibilizar a una sociedad hacia un interés común. Estar aquí es una muestra de eso y también la recompensa por el esfuerzo de todos los días y digo esfuerzo no porque nos cueste hacer lo que nos gusta, sino porque vivimos una etapa donde la apatía, el desencanto, la desmotivación y más, son una constante que se refleja en la receptividad de la mayoría de actividades culturales. Sin embargo, tratamos de conquistar nuevos seguidores día tras día, de realizar actividades innovadoras que generen interés y que lleguen a espacios no convencionales para así marcar la diferencia.
Por otra parte imagino que se preguntarán qué pasa con actividades como la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), que se realizó hace unas semanas, o con el circuito de librerías llamadas Librerías del Sur, o el Premio Rómulo Gallegos, tan prestigioso y reconocido a nivel internacional.
Lamentablemente se encuentran en un limbo del cual no han podido salir. La Filven se ha reducido a una feria de libros usados y propagandísticos, sin participación del sector editorial privado y sin intenciones de una programación capaz de mostrar la verdadera cara de nuestro mercado editorial.
En el caso de las librerías, un proyecto maravilloso que buscaba dar solidez a la distribución de libros en Venezuela, se ha limitado a vender literatura con un marcado corte ideológico, a precios subsidiados que desvirtúan la realidad económica del mundo de los libros.
La suerte que lleva el Rómulo Gallegos no es muy distinta. En 2015 fue su última edición y en 2017 se suspendió por falta de fondos, aunque esta última situación no es nueva ya que tanto jurado como ganadores venían quejándose por el retraso de los pagos.
Viviendo bajo esta realidad, algunos premios buscan mantenerse dentro de la tormenta, como el Premio Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana, o surgen iniciativas para reconocer el trabajo de los escritores jóvenes y mantener el interés por la creación literaria, como el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, que en palabras del propio poeta “muestra de la gran cantidad de jóvenes venezolanos que están escribiendo poesía” y el cual organiza Autores Venezolanos junto a Team Poetero y ya cuenta con su tercera edición. Este premio no solamente es respaldado por nuestro gran poeta Cadenas, sino que también reúne en una hermosa edición, realizada por la Editorial Libros del Fuego (en primera y segunda edición) los poemas seleccionados por el jurado del mismo.
A lo largo de este texto no he querido solo mostrarles el trabajo de distintas iniciativas, también quiero que vean, muy entre las líneas, que esta labor no sería posible sin esa red de personas que mantiene o han aprendido a seguir el ritmo de una ciudad que se ha vuelto muy dura, que se maneja por intereses, que se ha olvidado un poco de sí misma porque vive el día a día, una ciudad que te hace sentir que todo es cuesta arriba.
Dentro de nuestras metas a futuro queremos lograr que Autores Venezolanos sea reconocido como marca de difusión y exportación del talento “criollo”, queremos que no solo se hable de nosotros por una crisis política, queremos que se nos reconozca por lo que somos y lo que logramos, no porque “quitamos” puestos de trabajo sino por lo trabajadores que somos. Esto es una labor que empezamos desde casa, con cada actividad que realizamos tratamos de recordarnos de dónde somos, cómo hacer lo que amamos, de hacernos un referente para enseñar y aprender a mirarnos, a saber todo lo que implica la palabra cultura y todo lo que tenemos que hacer para recuperarla a cabalidad.
En este momento vale la pena mencionar, aunque no soy fan de los concursos de belleza, que la joven venezolana que ganó el Miss Internacional en Japón, Mariem Velazco, con quien realizamos, junto a la iniciativa Qué Leer una visita para fungir de cuentacuentos en una escuela de una parroquia popular de Caracas llamada Catia, como parte de su voluntariado, mencionó en su discurso las siguientes palabras: “Creo firmemente en el poder de los libros y la lectura para cambiar vidas”, y creo que tiene razón, la pasión por los libros y la lectura transforma, Autores Venezolanos es la prueba de eso una persona que quería sentirse más útil partiendo de un hábito que ama profundamente, despertó con un sueño, que pudo, y no precisamente con fuerza monetaria, hacerse realidad y que se sigue haciendo realidad todos los días. Si algo he aprendido en este camino es que el dinero es solo un medio, pero la voluntad es completamente necesaria a la hora de querer emprender. Nos ha tocado aprender que el dinero es un recurso que ahora solo manejan unos pocos y que ya no estamos en esa bonanza donde no importaba derrochar, donde lo que imaginabas podía pagarse y hacerse, nos ha tocado aprender a construir con lo que cada uno puede aportar, tangible o intangible y aquí estamos, queriendo creer que venir a esta feria representa una forma de fijar una postura, una oportunidad que nos permite mostrarnos, una puerta abierta hacia nuevos objetivos y una promesa: rescatar entre todos la cultura venezolana de la barbarie.